La Unidad de Control de Motor o ECU (Engine Control Unit) se encarga de la gestión del motor a través de información como por ejemplo las revoluciones y temperatura del motor o la temperatura y densidad del aire. La información de la ECU se procesa con los valores memorizados en la EPROM (Erasable Programmable Read Only Memory), un chip que guarda los criterios de funcionamiento del motor como la cantidad de combustible ideal, el momento de inyección adecuado y la presión de admisión óptima. Es esta información en la que se puede influir con la reprogramación.
Los ajustes suelen realizarse a través de un ordenador portátil conectado a la toma de diagnosis del vehículo OBD. Se trata de un método no invasivo con el que se leen los parámetros originales, los cuales son optimizados. Finalmente, el archivo modificado se introduce de nuevo en el sistema. En algunos casos es necesario conectar el ordenador directamente a la ECU por lo que es necesario su desmontaje.
Como se trata de una modificación a nivel de software, la reprogramación es indetectable a simple vista. Para optimizar las curvas de potencia se pueden alterar diferentes parámetros, siendo los más frecuentes las presiones de inyección y turbocompresor o el avance de encendido.
Los especialistas suelen contar con reprogramaciones estándar, con incrementos de potencia moderados, o reprogramaciones a medida que permiten realizar ajustes personalizados por el usuario. Esta segunda opción es, lógicamente, más costosa y va emparejada en la mayoría de los casos a mediciones sobre un banco de potencia para comprobar y afinar los resultados deseados.
La reprogramación también puede servir para adaptar los parámetros del motor a nuevos componentes que se hayan introducido diferentes a los de fabrica, como un kit de turbocargador, colectores o árboles de levas modificados, etc. El acceso a tantos valores importantes del funcionamiento del coche da una idea de lo importante que resulta tener amplio conocimiento de lo que se realiza.